Ay, la felicidad… Esa cosa tan difícil de conseguir y de retener. Actualmente contamos con nuevas técnicas, definidas por anglicismos molones, que prometen orientarnos en ese camino lleno de bifurcaciones y obstáculos que lleva hasta ella. ¿Pero sabes qué? Hace dos milenios los filósofos ya estaban dándole vueltas a este asunto de cómo ser felices.
¿Y qué esperabas? Somos seres humanos, llevamos toda la eternidad temiendo y aspirando a las mismas cosas con formas diferentes
En este post rescataré para ti, de forma clara y comprensible, las claves de la felicidad de una de las escuelas filosóficas más conocidas de todos los tiempos por su búsqueda del placer. Pero antes, un inciso.
Filosofía ≠ Voldemort
Para empezar, olvida la filosofía que te hizo odiar la filosofía: esa que te sacaba de quicio porque no entendías, porque no servía para nada ni tenía ninguna aplicación para tu vida. Empecemos de cero, ¿vale?
Tal vez no sepas que el nacimiento de lo que entendemos hoy por Psicología está tan profundamente ligado a la Filosofía, que hasta el s. XIX no se independiza de ella. Sin embargo, lo normal es percibir la Filosofía como algo inútil e incomprensible, mientras que la Psicología se percibe como algo útil y beneficioso. ¡Pues me parece fatal!
Pero no me voy a dejar llevar por la ira porque soy muy estoica. En lugar de eso, voy a ir al grano y te voy a hablar de mi amigo Epicuro. Para que te resulte menos traumático y más familiar vamos a llamarle Epi.
Epi y sus colegas son un buen ejemplo de cómo la práctica filosófica se convierte en una herramienta perfecta para hallar las raíces de la infelicidad y de esa función terapéutica de la Filosofía para curar el alma.
Así que vamos allá.
El jardín del placer
Puede que te suene el epicureísmo como esa filosofía que busca el placer sobre todas las cosas como medio para conseguir la felicidad. Pero no te vayas a imaginar guarrerías, no era una bacanal de sexo, drogas y rock and roll. El placer más puro de todos, el más brutal, es el placer de existir y es el hecho de no valorar este placer como es debido el que nos hace infelices.
Epi fundó un jardín la mar de tranquilo y agradable para cultivar los conocimientos y la amistad. Consideró que para pensar en todas estas cosas de la felicidad, era positivo alejarse de la vorágine de la gran ciudad y sus placeres ficticios. Fíjate que en nuestra sociedad todo lo que nos quieren vender se pinta como un auténtico placer: conducir, beber cosas con burbujas, que el detergente te lo deje todo blanquísimo, lucir unos preciosos zapatos asesinos de pies, oler a perfume de 80€ el bote… Todo muy placentero.
Por eso, en vez de echarse al monte, se echaron al jardín y se retiraron de la vida pública para poder buscar la felicidad sin distracciones que la pongan en un sitio donde, al final, nunca está.
Además, en una sociedad altamente discriminadora, misógina y clasista, la escuela de Epicuro era la única en la que se aceptaban también mujeres y esclavos. Eso son 10 puntos más para Epi.
¿Cómo se logra la felicidad?
Si hay algún ser humano en la sala que no aspire a la felicidad se me ocurren sólo dos motivos:
- Está muerto: por dentro, por fuera o ambas.
- Ya es feliz, por lo que no aspira a algo que ya tiene.
Según Epi, la cotizadísima felicidad se logra evitando el dolor y buscando la tranquilidad de ánimo. Para alcanzar estos objetivos hay que hacer otro par de cosillas:
1. Denunciar las opiniones infundadas que nos hacen infelices
¿Se te ocurre alguna? ¿No? Pues sé guapo, inteligente, éxitoso en todo, ten mucho dinero, mucha ropa, un cochazo, un chalet en la playa, un cuerpo perfecto, nunca te despeines, cásate con el hombre o la mujer perfecta, ten hijos perfectos, envejece bien, ten un puesto de trabajo fijo, que no te salgan pelos en los sobacos… ¿Ves por dónde voy?
No en vano advierte Epi que no nos pongamos a perseguir placeres así a lo loco: quien pretenda buscar la felicidad satisfaciendo toda clase de deseos, al final sólo encontrará frustración y sufrimiento. Más cuando la felicidad depende tanto de tener cosas.
Te lo pongo en boca de otro sabio, Tyler Durden: “Las cosas que posees acaban poseyéndote”. Por no hablar de hasta qué punto te posee el deseo de poseer todas esas cosas. Acabarás como la niña del exorcista.
2. Mostrar que el placer es la auténtica fuente de felicidad
Pero claro, visto lo visto hay que tener cuidado con entender de qué nos habla Epi cuando habla de placer. Que nos sacan del comer, dormir y fo***r y nos perdemos. Normalmente, no percibimos ese placer que él trata de mostrarnos porque estamos demasiado ocupados persiguiendo otros mucho más innecesarios.
Al suprimir la insatisfacción que nos absorbe cuando perseguimos objetos particulares (un iPhone de última generación, por ejemplo), por fin quedamos libres para tomar conciencia de algo extraordinario, que ya estaba presente en nosotros de manera inconsciente: el placer de nuestra existencia.
El sabio no es el que satisface todos sus deseos ni el que los rechaza todos. Es el que aprende a desear sólo lo básico para que el deseo no le atormente. ¿A quién te suena eso? ¡Sí! ¡Al maestro Yoda! Recuerda joven Padawan: “El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento y el sufrimiento al lado oscuro”.
Ya casi lo tenemos.
El tetrapharmakon: cuatro remedios para los peores temores
Epi, que se habría llevado muy bien con Yoda, plantea cuatro remedios contra los mayores temores humanos:
1. Miedo a la muerte
Aquí se plantea una secuencia lógica muy interesante. La idea es que, mientras estamos vivos la muerte no está presente. Y cuando la muerte se hace presente, somos nosotros los que no estamos. Entonces, ¿para qué vamos a preocuparnos por ella precisamente cuando no está? Y teniendo en cuenta que morirse es lo peor que nos puede pasar, eso ya lo relativiza todo mucho, ¿no?
2. Miedo a los dioses
Bueno, este personalmente yo no lo tengo, pero no por ello el miedo a la ira divina deja de ser uno de los más poderosos instrumentos de dominación que ha existido jamás. Y nunca ha estado en manos de los dioses, sino de los hombres.
Epi se imaginaba a unos dioses muy hippies que, básicamente, van felices por los espacios siderales sin intervenir vengativa y arbitrariamente en la vida de las personas. Aunque este temor ya no tenga una gran presencia nuestras vidas, no debemos olvidar hasta qué punto ejerce un control total sobre otras sociedades, igual que hizo con la nuestra no hace tanto tiempo.
3. Miedo al fracaso en la búsqueda de la felicidad
Aquí el problema viene cuando consideramos que la felicidad depende de factores externos a nosotros y nos sometemos a cosas que escapan a nuestro control.
Por ejemplo, la opinión de los demás o recompensas externas. La idea es ser dueños de nuestra propia vida y de nuestra felicidad, lograr ese estado de ánimo equilibrado y tranquilo en el que pocas cosas nos hacen falta para ser felices. Si Epicuro viviera hoy, le consideraríamos un minimalista.
Por otra parte, aquello que realmente necesitamos es fácil de obtener, mientras que aquello que es difícil de conseguir no es realmente necesario. Por ejemplo, para nosotros es fácil saciar el hambre o la sed, pero no es fácil conseguir caviar de beluga centenaria para tomar con una botella de Dom Pérignon.
Estaríamos empeñándonos en perseguir cosas que deseamos sólo porque están fuera de nuestro alcance y que no son auténticos placeres, de los que realmente te conducen a la felicidad.
4. Miedo al dolor
No estoy muy de acuerdo con la justificación que da Epi en este punto y creo, por lo que dice, que nunca le debió doler nada demasiado. Él dice que si el dolor es intenso será breve y, que si es prolongado, será leve, motivo por el cual no debe preocuparnos. Por eso aquí voy a proponer como alternativa mi propia reflexión.
Normalmente dejamos de hacer cosas que consideramos peligrosas o arriesgadas por miedo al dolor, renunciando a aprovechar todas las posibilidades que nos ofrece nuestro cuerpo. Me da miedo estar enferma, me da miedo sufrir dolor por esta causa, igual que vi el reflejo de un dolor insoportable en el rostro de mi padre.
Pero ante la perspectiva del dolor podemos hacer dos cosas: hacer que este miedo se convierta en una forma de parálisis o en un motor que nos impulse, forzándonos a valorar y aprovechar cada segundo que nuestro cuerpo esté libre de él.
“Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”
¿Y qué oscuros intereses tendré yo en convertirte al epicureísmo? ¿Acaso saco tajada con marketing de afiliados? ¿Me han contratado como asesora de imagen los epicúreos del tercer milenio?
Pues no, sencillamente creo que algunas filosofías albergan tanto valor para cualquier persona que es preciso rescatarlas y darlas a conocer. También poner de manifiesto que el mejor coacher que puedes tener es una mente bien entrenada y alimentada. Y que el mejor tratado de autoayuda que puedes encontrar está desperdigado por la Historia del pensamiento.
Por eso me gustaría que empezásemos a recomponerlo y a llamarlo por su nombre: Filosofía.
Un post magistral Anina, profundo, instructivo, enriquecedor y divertido a partes iguales. Estoy de acuerdo al 100% en todo lo que dices y además me he reído muchísimo con lo de Epi jeje.
Muchas gracias por compartirlo con nosotros, un abrazo!
Mil gracias por regalarme una lectura tan enriquecedora. Y lo mejor es que ha sido sacándome unas sonrisas mientras lo leía! Me ha encantado tu manera tan especial de enfocar cada tema buscándole ese toque de humor inteligente.
He sentido la necesidad de suscribirme desde el primer minuto.
Gracias otra vez por compartir tus palabras y aportar ese ” granito ” de tanto valor ( a mí me has animado, llevaba tiempo sin sonreír ). Un abrazo
Me ha encantado como has enfocado la filosofía de Epicuro dando tu toque personal. El pensamiento actual de la sociedad, la cual le da un aspecto de inutilidad a la filosofía, me hace pensar que es producto del conjunto de intolerancia e ignorancia.
Para mi la filosofía es una investigación que no da respuestas sino todo lo contrario, aporta cuestiones que te hacen reflexionar y aumentar tu capacidad de desarrollar conceptos.
Genial, espectacular post ¡¡¡ Te animo con otro amigo llamado Epi, pero esta vez Epícteto. Un saludo Anina
¡Hola, Eduard!
Siento mucho no poder decirte que lamento distraerte 😀 Todo lo contrario, estoy muy contenta por ello. Y muy agradecida por tu comentario, sinceramente. Que me digas que ha sido una de tus mejores lecturas del año me impulsa a seguir escribiendo posts en esta línea filosófica y me anima enormemente.
Y me hace feliz (sí, feliz) recibir valoraciones tan positivas y halagadoras como la tuya. Pongo mucho de mí en cada post, aparte de esfuerzo, cariño y una gran dosis de empatía para tratar de hacer el mensaje ameno, divertido y directo. Crezco un poquito cada vez que alguien me dice que lo he logrado… ^^
Estoy totalmente de acuerdo contigo en que la felicidad es subjetiva y Epi también lo estaba, al decir que la mayor felicidad de la que somos capaces procede del placer de nuestra propia existencia. Al fin y al cabo, nada hay más subjetivo y personal que nuestra existencia única y en esencia distinta a la de cualquier otro ser humano.
Muchísimas gracias por venir y, sobre todo, por quedarte.
¡Un abrazo muy grande!
Con la de trabajo que tengo pendiente y me entretengo divagando por estos lares. Quizá te aparezca exagerado pero ha sido una de las lecturas más placenteras del nuevo año.
Te acabo de conocer pero tu tela de araña ya me ha atrapado. Me ha encantado tu enfoque, la forma entusiasta en la que has dispuesto el contenido y esa aura distinta que solo percibo en grandes pensadores/escritores.
Seré muy breve y directo dando mi humilde punto de vista. La felicidad es subjetiva. Yo puedo ser feliz con un estilo de vida que tú odies, hay muchos caminos que pueden llevarte a ella pero no importa cual escoges, importa cómo afrontas el sendero (miedo, confianza, ilusión, complejos..) según lo que cargues en tu mochila el camino se volverá utópico o tangible.
A lo que voy es que la felicidad depende de uno mismo.
Bonito Ateneo este rinconcito de Internet, sí señorita, todo un placer descubrirlo. Me permito además el atrevimiento de participar en él, e incluso de disentir amablemente. Ya que estamos bienhallados es menester sumarse a esta fiesta epicúrea 🙂
Epicuro mola, mucho, pero precisamente por haber indagado en sus verdades años atrás me permito discrepar en según qué cuestiones. Y es que pese a que durante mucho tiempo comulgué con su silogismo a la hora de burlar los miedos ante la muerte, al final llegue a la conclusión de que, desgraciadamente no dejaba de ser un sofismo, bienintencionado pero autocomplaciente. La muerte del prójimo, que sigue siendo muerte, duele y provoca sufrimiento y desconcierto, especialmente la muerte de alguno de los tuyos. Cada vez que nos toca hacerle frente a “la parca, ese pájaro negro que cruza el cielo de vez en cuando…”, padecemos de una u otra forma. Incluso resulta inevitable no sufrir la propia muerte pensando en vida en cómo afectará nuestra perdida a quienes nos quieren.
Así que creo que en vez de negarla lo suyo es afrontar esa inquietud de frente, aceptar su sinsentido y sobrellevarlo con el mejor estoicismo posible (¿no es acaso, de algún modo, la vida sino una suerte de diálogo constante con la muerte?). De hecho, si tuviera que decantarme por alguna cabeza pensante con la que me reconozca a este respecto me quedo con Cioran -sí, ya lo sé, su vitola de pesimista no goza de buena prensa- cuando decía algo así como que “el hecho de que la vida no tenga ningún sentido es una razón para vivirla; quizá la única”. De Epicuro me apropio en cambio de una diferenciación que hacía de los deseos a la hora de aspirar a la felicidad, entre deseos naturales y necesarios (alimentarse, vestirse), naturales pero no necesarios (ciertos lujos como ¿el jamón serrano?) y los deseos que no eran ni naturales ni necesarios (la fama, el poder..). Por ahí iban los tiros creo recordar, hablo de memoria que no es precisamente mi fuerte.
En realidad nunca he estudiado filosofía pero me he sentido identificado con eso de que esta ha de ser entendida no tanto como un compendio de perogrulladas sino como un legado prodigioso del que aprovecharse vilmente para vivir mejor… ahí si compañera, ahí me has ganado porque es la manera en que cuando he podido he venido buceando humildemente en la historia para ayudarme a responder mis inquietudes y aplicarme el parche. Y lo que me queda…
En fin, perdón por extenderme tanto, pero me apetecía. Seguiré de cerca el blog, claro que sí.
Saludos!
Jorge.
¡Hola Jorge!
En primer lugar, bienvenido. Me alegra mucho que, llegado hasta aquí, te hayas encontrado lo suficientemente cómodo e interesado para quedarte y decidir participar. Tal como indica el espíritu filosófico que pretendo imprimirle a este Ateneo cibernético, como lo has llamado, disentir no es un atrevimiento sino una obligación. Así es como crecemos. De hecho y, si te das cuenta, yo he sido la primera en disentir con Epi por lo que al dolor respecta.
La misma reticencia que tú sentí sobre la muerte y, cuando estaba escribiendo el post, tentada estuve de escribir el primer remedio como “miedo a la propia muerte”. Tal como señalas, mientras la muerte no se haya hecho presente para nosotros, nos veremos abocados a estar tan presentes como ella cuando sea a los nuestros a quienes lleve. Finalmente decidí dejarlo como estaba, pero con una pequeña molestia, como quien lleva una piedra en el zapato. Por eso me entusiasma que hayas venido precisamente a hurgar en ese punto.
Por otra parte y aún a riesgo de parecer egoísta, he de confesar que no me provoca pesadumbre el pensar en cómo habrá de afectar mi muerte a los que se queden. Ciertamente, me provoca más inquietud pensar en la forma en que yo habré de gestionar la muerte de mis seres queridos, pues será esa la que yo sufra y la única que cae bajo mi control.
También albergaba otra objeción respecto a este punto y es que la muerte, a veces, se hace presente mucho antes de ser efectiva. Puedes empezar a convivir con ella, sabiendo que no saldrás victorios@, mucho tiempo antes de que te gane la partida. En ese caso tampoco sirve este principio.
En fin… ahí he tenido que priorizar el afán divulgativo al convencimiento personal. De ahí que sea el punto más breve, puesto que de lo contrario habría sido más largo que el propio post. Ahora me parece que ha sido una decisión fantástica porque ha sido lo que te ha llevado a abrir un comentario desde el que aportar tu propio valor.
El mismo formato post, que me permite llegar a más personas para cumplir con este deber que tengo para con Sofía, me ha llevado a suprimir la clasificación de los placeres a la que haces referencia. Así que eso también tengo que agradecértelo y felicitarte por tu buena memoria: has hecho pleno.
Puedes extenderte toooodo lo que quieras, yo hago lo mismo 😀
Un placer contar contigo, ¡estás en tu casa!
Un abrazo y gracias por venir a hacer filosofía.
Ana,
¡Por fin me llegan tus entradas a mi mail!
Que sepas que te estas posiciónando como blog número uno entre mis preferidos, y eso que hay varios que sigo y me encantan aunque últimamente este leyendo menos.
Transmitir algo tedioso (aunque a mi siempre me ha gustado la filosofía y se me daba bien) de forma amena, divertida e inteligente, no es tarea fácil, pero tu eres toda una maestra
;))
Completamente de acuerdo con la filosofía de Epi!! Igual es por eso por lo que desde el instituto siempre que brindo lo hago ” por la felicidad” en el sentido más “epicuriano” de la palabra.
Que bonito aprender cosas olvidadas y recordar el origen de alguno de tus comportamientos, gracias!
Para mi la búsqueda de Paz interior ha sido siempre una constante en mi vida, y aunque no niego mi lado hedonista en determinados momentos de mi vida, La Paz interior está por delante.
Jajajajaja … Se te ha olvidado cuando hablabas de la publicidad y como la asocian al placer y a la felicidad los anuncios de compresas que ponen en la tele ( o ponían, hace más de 8 meses que no la enciendo) que hasta tener la regla te da alas y felicidad…
Si pusiéramos en práctica más de esta filosofía de la buena, estoy segura que la sociedad no estaría tan enferma y amargada, pero bastante a menudo estamos inmersos en una rueda de hámster de la que nos cuesta mucho salir.
Un abrazo
Silvia
;))
¡Hola Silvi!
Me he reído un montón con lo de los anuncios de compresas, jajajaja, ¡tienes toda la razón! Me ha faltado ese extremo en la lista clarísimamente.
Quiero darte las gracias una vez más por tu apoyo y decirte que es un honor, conociendo los blogs geniales que lees, saber que voy escalando posiciones hacia la cima. Estoy empezando a experimentar los beneficios de ser constante y lo mejor de todo es poder conectar con vosotr@s a un nivel más profundo. Es como vernos un día a la semana en vez de como era en El Pasajero, de pascuas a ramos… 😀
Desde que empecé a proyectar la idea del blog quería que la filosofía estuviese presente, porque es una parte indivisible de mí misma, pero me daba miedo que no tuviese una buena aceptación. De ahí que fuese tan necesario hacerlo con un punto de vista fresco y divertido. Gracias a vosotr@s y vuestros comentarios también aprendo y mejoro mucho.
Sé que puede aportar mucho valor y estoy dispuesta a exprimírselo todo para ponerlo a vuestro servicio.
Un brindis por la felicidad y porque cada vez más hámsters corran libres fuera de la rueda.
¡Un abrazoteeee!
Hola damisela,
No te lo creerás, pero este que escribe descubrió a Epicúreo en 2o de bachillerato y desde entonces le he seguido de cerca la pista al buen hombre. Intenté ir a alguno de sus conciertos, pero las entradas se agotaban en seguida…
Por aquel entonces, cuando la estructura social del insti se dividía en bakalas, pijos y guarros, yo me frikeaba mucho con este señor y sus teorías en clases de filosoía (luego llegó Kant y me entró el bajón) y hasta me dibujé un graffity bien grande a tippex en la mochila que rezaba “ATARAXIA!!” Así he salido… xD
Como yo tampoco soy mucho de dioses (encantado de conocerle, pero no por la labor de adorarle) siempre me gustó la idea del equilibrio, la búsqueda del placer inteligente y tener a las personas por delante de los objetos.
Creo que una de las mejores terapias para descubrir estas verdades es coger tu mochila e irte por ahí solo a recorrer el mundo. No hacen falta 7 años en el Tibet. En mi interrail por Europa sobreviví 35 días con lo poco que cabe en una mochila de 40L. Al final me sobraron cosas y me faltó tiempo de conocer más gente. Es en esas situaciones cuando te das cuenta de que la felicidad no depende tanto de Amazon como del beso correcto (toma ya pastelada).
Para despedirme, te cantaría la canción del sabio Baloo, esa que dice “si buscas lo más esencial, sin nada más ambicionar, mamá naturaleza te lo daaa…”
PD: no comento por cortesía, la culpa es tuya por escribir siempre justo sobre lo que me toca la fibra
Ohhhh, ¡cuántas emociones diferentes en tu comentario! Ha sido una montaña rusa. Voy por partes:
1. Fan total de tu mochila llena de Ataraxia (tanto la literal como la metafórica). Me congratula muy mucho tu condición de epicúreo y prometo, algún día, reconciliarte con Kant. No es un señor como para leérselo así sin vaselina ni nada, pero yo tengo muy presentes algunas de las cosas de su filosofía.
2. Totalmente de acuerdo con la terapia de la mochila (si tiene “ataraxia” escrito con tippex mucho mejor) y confirmo que es algo realmente eficaz. También se puede cambiar por unas alforjas bicicleteras. El principio es el mismo: lo realmente necesario es bien poco. Entre mi primer y segundo camino de Santiago, las pertenencias que viajaban conmigo se redujeron a la mitad, y qué ligereza, oye…
3. Ooooooohhhhhh, yo también soy muy pastelera… jajajajaja. Fan del beso correcto.
4. Tan solo looo muy esencial, para vivir sin batallar… 😀
5. Gracias por la posdata. Revela un amplio conocimiento de la mente humana por tu parte. Al menos de la mía, jijiji…
Un besooooooo.
Aunque no lo creas nunca tuve esa asignatura, y creo que cualquier mente necesita algo de ella. Sólo tuve la fortuna de olerla en una ‘ética’ en cierto momento de mi vida, y se desarrolló un mundo paralelo a ella, con senecavisp incluidas… Pero ese es otro tema.
Ha sido, como siempre un placer leerte, y que descubras que Epi es más aún de lo que imaginaba, gracias por acercarnos más a ver lo bonita que puede ser la realidad quitanto artificios que la estropean, gracias por acercarnos más a la felicidad. ¡Me gusta la filosofía, sobretodo tu filosofía!
¡Hola Lauri!
Lo bueno de que no hayas tenido la asignatura es que no habrás ido adquiriendo prejuicios negativos hacia la Filosofía. En mi opinión, tal y como se suele impartir esta asignatura lo que se hace con ella es, en vez de aprovechar todo su potencial, generar frustración y rechazo.
Peeeero, para eso estamos las nuevas generaciones. Para sacar la Filosofía de la Academia y llevarla a “la calle”, donde esté al alcance de todo el mundo. Y para eso es esta sección del blog 😀
Muchas gracias, como siempre, por leer con mente abierta y receptiva.
Un brazoteeeeee.
Anina con este post has terminado de ganarme, me he suscrito a tu blog irremediablemente.
¡Tomaaaa! Los epicúreos del tercer milenio me compensarán ampliamente por esto 😀
Muchas gracias, Marcos. Prometo estar a la altura.
Un abrazoooooo.
La frase “no es más feliz quien más tiene si no quien menos necesita”, es cierta. La gente la suele pronunciar como el consuelo de los tontos, pero si creyeran en ella se darían cuenta de su verdadera fuerza.
Cambio a Epicuro por las religiones impuestas a ojos cerrados.
Totalmente de acuerdo, Jose Luis. Es como cuando decimos “por lo menos tenemos salud” cuando no nos toca la lotería. ¿Por lo menos? ¿¿En serio??
Desear más y más cosas se ha asociado muy capciosamente al ser ambicioso, y el ser ambicioso a ser inconformista y exigente con la vida, pero partiendo siempre de una falacia. En fin…
Nunca es tarde para crear la Iglesia de Epicuro 😀