Hoy se cumplen dos semanas desde que empecé a caminar sola por los Pirineos. Sentada en un remoto bar de Navarra, la tormenta que se descarga fuera me tiene atrapada, por suerte para mí. El «haz lo que quieras» me incendia la mente como un relámpago y el trueno llega, segundos después, en forma de advertencia: «mientras puedas».
Cada día que decido dónde me detendré, cuánto caminaré, cuánto peso cargaré, dónde dormiré… el futuro cambia. Cada elección me sitúa en un tiempo y lugar diferentes, determina si me alcanza la tormenta o me resguardo a tiempo, si continúo sumida en el silencio o me cruzo con algún otro viajero. En caminos como estos todo resulta una metáfora descarada de la vida, brillante por su simplicidad.
El haz lo que quieras no es banal ni sencillo: es un grito de libertad en una burbuja llena de ruido. Vivimos en el haz lo que debas, donde todo está claro: no hay nada que pensar, salvo el plazo de la hipoteca, el color del coche o cuánto desagrado podemos tolerar cada mañana para ir al trabajo. Al deber nadie se opone: de algo hay que vivir, es lo que hay, qué se le va a hacer, así es la vida… Engaño tras engaño, distracción tras distracción, día tras día, morimos.
Pero ante el haz lo que quieras encontraremos una oposición brutal y tal vez sea momento de preguntarse por qué. «¿Cuándo vas a madurar? ¡Tendrás que buscarte la vida, como todo hijo de vecino!».
Por qué crees lo que crees y quieres que todos crean lo mismo
Imagina que tu mejor amigo viene a contarte que está emocionado, nervioso, porque al fin va a dejar el trabajo que ha tenido durante años para ganarse la vida escribiendo. Sé totalmente honesto, ¿qué le dirías?
- ¡Adelante, amigo! Ojalá yo tuviera valor para hacer lo mismo, pero me muero de miedo.
- Bueno, acojona un poco, pero claro que lo tienes que intentar.
- ¿Estás seguro? ¿Tienes ahorros? ¿Cobrarás paro? ¿Y si te sale mal?
- ¡Estás loco! ¡Como vas a dejar un trabajo estable con la que está cayendo!
- Eso nunca sale bien, menuda hostia te vas a pegar.
Ahora piensa en esto otro: ¿a cuánta gente conoces que haya pasado por esa experiencia? Si la respuesta es “a nadie” preocúpate, porque estás sosteniendo una creencia basada en un condicionamiento puro y duro. Llevan repitiéndote toda la vida que no se puede y no te importa no haberlo comprobado nunca: sigues repitiendo esa creencia heredada como si te fuera la vida en ello. Y estás dispuesto a discutir con cualquiera que la niegue.
Si conoces a alguien que pasó por ello y no lo consiguió, ¿le has preguntado alguna vez si se arrepentía de haberlo intentado?
El ejemplo del trabajo quizá esté muy trillado, pero es muy efectivo. Sobre todo si echas la cuenta del tiempo total de tu vida que vas a pasarte trabajando porque “de algo hay que vivir, es lo que hay, qué se le va a hacer, así es la vida”.
Sin embargo, donde digo trabajo puedes poner cualquier otro deber e imaginar qué sucedería si lo cambiases por un querer.
Si yo hubiera hecho caso a quienes me decían que no se podía vivir de escribir, que me buscase un trabajo normal, un trabajo seguro (pausa para recrearme en la ironía de poner esas dos palabras juntas), no estaría en Ochagavía esperando a que pase la tormenta.
Pero si creyeras que las cosas pueden ser de otra manera, que todo puede ser distinto, te verías en la obligación de hacer algo. Y el querer, a diferencia del deber, es aterrador para un cerebro indefenso y condicionado.
Qué ocurre cuando no hay nadie que te diga que no puedes
Hace poco escuché un cuento, una fábula en la que un niño realizaba una proeza increíble porque no había ningún adulto a su alrededor para decirle “no puedes”.
Ahora imagina que hubieras sido educado de otra manera, que al descubrir lo que quieres hacer en la vida todo el mundo a tu alrededor te animase a intentarlo. Que toda la energía malgastada en infundirte miedo se invirtiese en ayudarte a desarrollar tu idea. Que todo el tiempo que dedicas a esperar un momento más adecuado (como si lo hubiera) lo pusieras al servicio de hacer lo que quieres.
Imagina que nadie, nunca, te hubiera dicho que no puedes. Imagina al primero que se subió en avión, al que se sumergió en un submarino, al que se tiró en paracaídas, trasplantó un corazón, subió al Everest, corrió sin una pierna, se enfrentó a un opresor, desafió una creencia vestida de verdad absoluta… Imagina que eres una de esas personas que llegan a creer tanto en sí mismas que desenmascaran el deber y se niegan a entregarse.
Imagina que dejas de decidir desde el miedo y pones a prueba lo que te contaron sobre el mundo.
Sé lo que eres, haz lo que quieras
Si este post te parece humo, si te está cabreando, si te estás negando a lo que digo con todas tus fuerzas, te vuelvo a incitar a pensar: ¿por qué? Hazte siempre esta pregunta.
No quiero nada de ti, no vendo cursos de “haz lo que quieras”, no voy a pedirte tu número de cuenta. Pero veo a la gente que quiero agotada, frustrada, quemada, enfadada, resignada, contando días. Me dicen que soy una privilegiada, que tengo suerte y me pregunto quién les dijo que no podían y me esfuerzo por explicarles que no deben: que quieran.
Por supuesto que no es necesariamente un camino fácil, igual que tampoco es necesariamente difícil. Y si todo va bien te equivocarás, pasarás malos ratos y noches en vela, dudarás, tendrás crisis, corregirás el rumbo, descubrirás a veces que “eso” no era lo que querías, te preguntarás quién eres y para qué sirves, estarás tentado de volver a dejar que otro tome por ti las decisiones. Y si todo va bien, descubrirás en ti un potencial tan grande como reprimido. Y dejarás de intentar ser lo que no eres.
Esto no es una ciencia exacta y hay que estar preparado. Y aunque todo tiene un límite, cada vez más hago lo que quiero y, cada vez más, quiero lo que hago.
Yo intenté estudiar una carrera con salida, intenté ser “jefa” en un bar de copas, intenté vivir a un ritmo que no era el mío, intenté ser profesora…
Y al final, me he atrevido a ser fuera lo que siempre he sido dentro.
Creadora de dimensiones, espeleóloga de las profundidades humanas, tortuga, pacifista y escritora.
Tremendo, Anina. Un millón de gracias. No sabría decirte qué letra, ya no palabra, me deja indiferente.
Agradezco que estas palabras lleguen a mí justo en ESTE momento.
Un abrazo grande
Qué maravilla de persona eres, Anina… Este post será a partir de ahora como un himno, y lo volveré a leer en los días en los que las dudas me entren. Solo puedo darte las gracias 🙂
Cuánto silencio;
Hola Anina, encantada de conocerte.
Es casualidad, es el destino, es magia, es un imán entre los sentimientos parecidos….no tengo ni idea, lo que tengo claro es que nunca me he sentido más identificada, parece que has estado en mi cabeza leyendo mis pensamientos. Me quedé en tu página por la razón n1º (hará una semana) y ha sido verme a mí misma leyendo tu post “Se lo que eres, haz lo que quieras”. Justo estoy en ello. Luchando contra el terror y todas esos condicionamientos.
Muchas gracias, tus palabras son muy muy alentadoras. Un sincero abrazo
Hola, Anina, mi experiencia de viajera fue en la época que prácticamente no existía internet y los celulares eran ¡para los CEOs de las multinacionales!
Era bastante difícil viajar y trabajar como estilo de vida. ¡Aunque conozco a varios que encontraron la manera de todos modos!
Así que ahora, con la maravillosa tecnología de nuestra parte, ¡sólo nos detenemos nosotros mismos!
Ya no hay excusas.
Tengo tres niños pero ellos tampoco son mi excusa para detenerme, son mi excusa, mi motor para descubrir el mundo. Y enseñarles que sí pueden soñar, y sí pueden hacer lo que quieran!
Bueno… todo eso esta muy bien, pero cuando uno ya decide abrir los ojos ve facturas, el dentista, el taller, los libros de los niños, su academia y estudios (por que será la herramienta para su futuro) y un largo etc, yo considero que todo tiene su momento pero que hay que cubrir etapas, yo puedeo irme a un bosque con un arco y olvidarme de la civilización, pero si decido crear una familia por ejemplo, tengo que poder también darles sustento, sin olvidar que cada persona obtiene la felicidad de manera distinta, los hay que de 9 a 6 con una hora para comer son felices, y quizá, esa libertad que también conlleva el deshacerse de muchas cosas, incluidas las materiales, no le compense, viajar esta bien, pero ir en un coche de 60000 euros también, o realizar viajes inimaginables en crucero también.
Guapa, qué bonito. La verdad es que seguir tu pasión y hacer lo que te gusta es de valientes. No todos pueden, quieren o se atreven a hacerlo. Parece muy sencillo y súper fácil de seguir un camino donde hagas lo que deseas y de verdad quieres, pero la realidad en la que vivimos es otra.
Así que celebra la vida, disfruta siendo tú misma en todo tu esplendor y autenticidad. Cada quién que haga lo que puede, desde dónde puede.
Al fin y al cabo para cambiar el mundo se necesita primero empezar por cambiar tu mismo y eso solamente se logra cuando estás preparado para ello 🙂
Hola Anina,
Te descubrí hace unas semanas a través del blog de Pablo. Hicimos mi pareja y yo una entrevista online con él hace meses, a través del canal de Youtube, después de dejar los respectivos trabajos y embarcarnos en una aventura a Sudamérica, sin fecha de regreso.
Un par de entradas tuyas fueron suficientes para que decidiera suscribirme al blog. Me parece inspiradora la forma en la que escribes, sobre todo porque detrás de cada palabra encuentro ideas cargadas de sentido.
Este post, en particular, me recuerda a uno que publiqué hace poco:
“Qué suerte, disfruta tú que puedes. Excusas para no tener la vida que deseas”, en nuestro blog viajarandroll.com
Espero, con toda sinceridad, seguir leyéndote pronto.
¡Hasta siempre!
Eva
Anina luchando contra el mundo. De repente pasa a amarlo, a amarse a sí misma y practicar el egoísmo autosuficiente del niño que se sabe rey de su mundo y te invita a compartirlo o ausentarte, sin medias tintas.
Al hilo de lo que cuentas, por supuesto que habrá un sector de personas a las que verás cabrearse por lo que escribes aquí. Puedes contar con ello. Y sucede porque, en efecto, vendes algo.
Puede que no lo vendas al cobro, pero lo vendes con el ejemplo. Vendes que se pueden hacer ciertas cosas si tomas decisiones arriesgadas, y resulta que hay gente muy acomodaticia… Y contando tu historia y dando tu ejemplo les estás llamando cobardes indirectamente (cosa que a nadie le suele caer bien, me temo).
Claro está, si escogen interpretarlo así podrán cabrearse todo lo que quieran. Y si escogen interpretarlo de otra manera, puede que sea su momento para tomar la decisión que tú tomaste en su día y te trajo hasta aquí: hacer lo que piden sus adentros.
¿Sabrías decirme tu papel en todo esto, mientras ellos deciden?
Un abrazote,
Sergio
Como siempre un post muy inspirador. Que bien escribes, gracias por tu post 🙂
¡Muchísimas gracias, Jose! Tu comentario también es maravillosamente inspirador para mí 🙂
Es verdad lo que dices, la mayoría de la gente que nos rodea es 99% negativa y sólo un 1% nos animan a seguir los sueños.
Gracias
El caso es que muchas veces esas personas no tratan de disuadirnos con mala intención: simplemente tienen miedo, están condicionados y creen que su obligación moral es advertirnos. La cuestión es ir despertando uno a uno, poco a poco.
¡Gracias a ti por leer y comentar!
Pues creo que conozco más gente de esa que tiene trabajos y vidas raras, fuera de lo normal, que en la vida se te habría ocurrido que se pueda vivir de eso, que gente normal con trabajo de 8 a 5. Debe ser que siempre me atrajo lo poco convencional. Disfruta del camino!
Jajaja, tengo una frase para ti, Víctor: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Tus amigos tienen pinta de ser gente muy interesante ^^
¡Gracias y un abrazote!
Anina, hermoso tu post. Yo te entiendo perfectamente por que deje un trabajo que no me gustaba pero lo tenía fijo hasta jubilarse. Tenía mucho miedo pero fui por la aventura de mi vida. A fines del 2015 salí de mochilero de Argentina a México sin tomar ningún avión. Luego a mi regreso tomé una bicicleta y me fui de Rosario a Bariloche en mi Argentina pedaleando más de 2 mil km en soledad. No me arrepiento pero ahora estoy trabajando en otro lugar y cuesta volver a quedarse quieto pero también cuesta volver a salir. Mi sueños es conocer Egipto Jordania Marruecos India y todo lo que pueda estoy trabajando duro para eso. Mi problema es que nunca encontré la forma de combinar viajar con trabajar por que no se escribir. Pero a la vuelta de mi viaje veré que hago de mi vida. Quizás así me funciona y me cuesta aceptarlo no lo se. Abrazos y besos valiente. Saludos desde Argentina.
¡Hola, Marce! Qué bonita e inspiradora tu historia. Hay muchas más formas de trabajar online de las que parece, cada una correspondiente con un don, con un saber, con una habilidad o un conocimiento. No es necesario saber escribir, sólo sumergirse en el mundo de los negocios online, ver cómo lo han hecho otras personas y, quizá, encontrar tu propia forma.
Mucho ánimo, mucha fuerza y mucho coraje para no abandonar esos lugares que aún no has conocido pero que ya forman parte de ti.
¡Un abrazo y que sigas adelante!
A mi me parece que eres una tía muy rara y un poco loca pero como dicen que a los locos hay que darles siempre la razón te animo a que sigas descubriendo el futuro que espera a cada paso, a que sigas disfrutando de esa travesía, de sus amaneceres y atardeceres, a que sigas llenándote de experiencias y superando miedos, si es que aún te queda alguno; a que sigas escribiendo porque lo haces de maravilla y a que nos sigas regalando esos momentos que aunque nos llegan aquí muy pequeños y enlatados nos sirven para hacernos una idea de lo bonito que es nuestro planeta cuando dejas atrás el gris de las ciudades y de sus habitantes, que para que nos vamos a engañar son en su mayoría bastante grises también. Un abrazo grande, Anina. Buen camino.
Jajajaja, muchas gracias, José Luís. Es tan bonito cuando un comentario te hacer reír y escribir aún con la sonrisa flotando en los labios 🙂 Me quedan tantos miedos como molinos de viento y tantas maravillas por mostrar como por descubrir. Es un placer inmenso hallarte siempre al otro lado, despierto.
Un abrazo enorme.
Inspirador! Muchas gracias, Anina!
Me acaba de pasar algo curioso… Cuando escribí tu nombre, el corrector automático del teléfono lo cambió y escribió: Anima.
Doblemente inspirador :))))
¡Que bueno, Marce! Precisamente hoy he leído algo acerca de las maravillosas “rarezas” del autocorrector. Muchas gracias a ti por estar y recibir con los brazos abiertos 🙂