El lunes, cuando salí de casa con el honrado propósito de viajar en bicicleta, fue distinto a todos los otros días en los que había salido. Esa sensación se tiene varias veces en la vida: aunque todos los días sean distintos, no cabe duda de que algunos marcan diferencias que dejan a los demás reducidos a un pegote.
Lo que tienen estos días en que piensas tales cosas es que hay algo que te aguarda más allá de la puerta y que no tiene absolutamente nada que ver con la normalidad. A veces puede ser algo terrible; otras, puede ser algo maravilloso; y otras solo sabes que lo que te espera es algo grande, pero aún no lo puedes clasificar.
El lunes, después de muchos días de prisas, de esos que no te dejan pensar en quién eres ni a dónde vas, me di cuenta de quién era y a dónde iba, todo a la vez. Soy esa pesada que lleva días amenazando con que se va a Cabo Norte. ¡Casi me muero del susto!
Hoy, todavía flipando encima de la bici cargada con ropa para el frío, un montón de cables y aparatos electrónicos, un neceser gigante que pesa más de la cuenta, un ukelele que aún no sé tocar y varias cosas más… Me he dado cuenta de qué distinto es este tipo de viaje. Me he dado cuenta de que no voy a Noruega, sino “hasta” Noruega.
No es lo mismo “a” que “hasta”
¿Te parece lo mismo? Pues no exactamente. Verás…
Cuando eliges esta forma de viajar cada día vas a un sitio diferente, cada día el destino cambia y la meta es otra. Es un viaje lleno de un montón (de verdad, un montón) de viajes. No vas a un sitio, sino que vas a través de un sitio para llegar a otro, y a otro más, pero con auténtica conciencia de aquello que atraviesas.
Hay una inversión total de la forma de estar en el mundo. Por eso, en cierto modo, es un mundo al revés. Aunque cuando lo pienso un poco, no puedo evitar preguntarme si no tiene bastante más sentido que el mundo al derecho.
Esa duda fue creciendo cuando empecé a ponerme ejemplos.
En casa te preocupa comer demasiado, viajando te preocupa no comer lo suficiente. No es que pases hambre, pero tampoco asaltas la nevera (porque no tienes).
En casa te preocupa que se te llene la cama de pelos de gato, o de migas, o que la colcha combine bien con los cojines (nunca ha sido mi caso), aquí te preocupa dónde vas a poner la cama cada noche o que te entre un bicho en el saco de dormir mientras estás por ahí tirado.
En casa me quejo de la pereza que me da tener que bajar a buscar algo a la tienda, o hacer algún recado… Aquí me quejo porque llevo una hora subiendo una cuesta maldita y no se acaba nunca. Al contrario que el oxígeno de mi cerebro, que se debe quedar todo a medio camino o bajar para las piernas.
En casa pienso que, a pesar de tener el armario lleno de ropa, me vendría bien tener esto o aquello otro. Porque siempre me pongo lo mismo y lo demás me queda fatal y todas esas ideas positivas que se apoderan de ti cuando te quedas mirando, otra vez, el perchero a reventar, aunque sólo usas un 20% de lo que tienes colgado. Ahora me parece que llevo más de la cuenta en un par de alforjas que, además, llevan bastante más cosas que prendas de vestir.
Pero eso no es todo; reconozco que hay cosas que no cambian al viajar en bicicleta.
El mundo al revés y el mundo al derecho
Estas últimas semanas, cuando sonaba el despertador por la mañana, atrasaba la alarma y seguía durmiendo porque pensaba: “quién sabe cuándo voy a volver a pillar una cama… Mejor aprovecho ahora que… Zzzzz…”. Y hoy por la mañana, envuelta en el saco como en un confortable y cálido canelón, me he dado cuenta de que no era por la cama: en el saco también quería seguir durmiendo… Pero no pude, porque ya había bastante movimiento en la gasolinera que estaba junto a nuestro “refugio” y había que arrancar.
Cuando te dejas rodar por el mundo de esta forma, te das cuenta de muchas de las mentiras que te dices a diario (como la del armario o la de la cama). De repente ya no hacen falta y, entonces, te empiezas a contar otras. Como que vas “bien” subiendo aquella cuesta del demonio o que la bici no te pesa nada…
El móvil sigue conectándote con el mundo, pero sólo cuando tú quieres. Deja de ser un diabólico instrumento de sometimiento comunicativo, a través del cual se filtra más información de la que te gustaría. No me niegues que sentiste cierto agobio por cosas como el doble check azul de whatsapp o que el chat chivato del messenger diga a todo el mundo a qué hora estuviste activo por última vez. Pero en este contexto, el móvil pasa a ser esa conexión mágica en la que, unas cuantas veces al día, aquellos que dejas atrás toman posesión agradable, cariñosa y ordenada de un rato bien organizado de tu tiempo.
En el mundo al revés todo es simple y tiene sentido: uno siempre avanza hacia adelante. Eso sí, avanza a su propio ritmo, porque desde este lado del mundo, las horas son mucho más largas. En consecuencia, los días y las semanas se alargan de una forma que te deja confusa.
¿Cuánto hace que empezamos a viajar en bicicleta? ¿¿¿Dos días??? No puede ser… ¡Hace por lo menos una semana!
Quizá también tenga que ver que, en el mundo al derecho, todo está pensado para que no te quede mucho tiempo para pensar o salirte de la rutina habitual. Así que los días pasan muy rápidos y se llevan por delante a las semanas que tiran de los meses como si les fuera la vida en ello. Pero pasando por tantos lugares, improvisando en cada momento, sin desagües insaciables de horas como internet o la televisión, juro que cada día parecen dos. Como mínimo.
Lo malo es que por el momento aún no he encontrado muchos ratos para escribir y aunque quisiera sacar de todos estos elementos conclusiones sabias y útiles que puedan ayudaros en vuestra vida, más móvil o más estática… ¡No tengo tiempo! Aún tenemos que adaptarnos a este ritmo y organizarnos mejor.
Así que te voy a dejar deberes: hoy las conclusiones, si te apetece, me haría muy feliz que las sacases tú. Y que las dejases en comentarios para que también yo y cualquier lector incauto que pase por aquí las pueda leer y fundemos el concepto de conclussionstorming y, si tiene tirón, podemos incluso fundar la iglesia del conclusionismo.
Y no me hagas la de “pues se me ha ocurrido una cosa pero es una tontería”, que aquí eso no tiene sentido.
¿Qué me dices?
¿Qué pasa por tu cabeza al viajar en bicicleta?
wowwww ¡brutal! me he quedado como tonto leyendo el post. Perfecta descripción del sentimiento de viajar en bici. Por un momento me he visto otra vez en mi bici, pedaleando, respirando, viajando hasta…a través de…como semanas atrás lo hacía. Gracias por haberme hecho recordar qué es lo que más me gusta en este mundo, viajar en bici.
Saludos y buenos vientos!
Conclusión después de leer este texto.
-Levantarse por la mañana con la inseguridad segura de avanzar.
-Avanzar, avanzar, avanzar y avanzar (son conclusiones de batiburrillo de este texto otros de este blog, y la pagina de bikecanine)
-Observar mientras avanzas, sí no se observa y se siente lo que ocurre a nuestro alrededor, como bien apuntan por ahí, la vida nos pasa por encima.
-Aceptar, esa cuesta esta ahí y hay que subirla. Aceptar ese gran concepto denostado por la vida al derecho, confundido con “resignación”, y que no tiene nada que ver.
-Todo lo que surge desaparece, la cuesta empieza y termina, la bajada empieza y termina, el dolor de culo empieza y termina, el llano con viento a favor empieza y termina, la noche empieza y amanece.
-Aparcar la mente, voy a dejar de ser bicicleta para ser ciclista, y la menta va a ser mi bici, ya no le voy a dejar dar pedales sobre mi. Que no me engañe más ni al derecho ni al revés.
-Sonreír, cantar, dar y recibir con gratitud. Amabilidad!!!!!
-Actitud!!!!!!
Y con todas estas conclusiones puestas en claro, me voy a dormir, para mañana despertar con la inseguridad segura que será un día distinto, dentro del viaje de mi cotidianidad, que tampoco es tan cotidiana, pero que tiene su zona de confort, la cual hace que olvidemos estas cosas tan importantes.
Muchas Gracias,
¡Hola Javi!
Qué maravilla, me ha entusiasmado tu comentario y tus conclusiones, llenos de matices y de sabiduría de la que es útil para entender el mundo y manejarse en él. Aclaraciones como la de la diferencia entre “aceptar” y “resignarse” me han parecido esenciales, maravillosas, ¡necesarísimas! 😀
Muchísimas gracias a ti por currarte este pedazo de suplemento con carga extra de valor para el post y espero que no sea el último.
¡Un abrazote encantado de la vida!
No puedo evitar escribir porque mi última entrada del blog precisamente habla del viaje en bici que pensamos hacer mi compañera y yo dentro de año y medio.
La cosa es que para la conclusión voy a tener que improvisar.
Un viaje hasta, como dices, cambia la percepción del tiempo. Implica otro concepto del hecho de viajar.
Nos conecta con el camino, nos hace conscientes del recorrido y del tiempo que pasamos en él.
Y gracias a eso, vivimos ese presente que los medios y el estilo de vida hiperconectado nos ocultan detrás de un ocio “fuera de nosotros”.
Como dice Montse por ahí arriba, punto para la bici y las horas largas de pedaleo.
Fuerzas para el camino. Y seguiremos al tanto aunque no escribas a menudo…
¡Hola, Miguel!
Qué conexión tan molona, jajaja. aunque te advierto una cosa, Pablo y yo habíamos planeado este gran viaje para el 2016 y al final mira donde estamos, ya en Italia e imparables. 😀 Igual también os pasa lo mismo a vosotros, que las ganas se van haciendo grandes…
Me han gustado mucho las conclusiones que has sacado y estoy en total acuerdo con todas, así que también has hecho un trabajo excelente como concluidor a falta de tiempo para hacerlo yo. ¡Muchas gracias!
Aunque no tenga momentos para ponerme a leer relajadamente los blogs que me gustan (como el tuyo), agradezco mucho que vengáis hasta aquí para dejarme palabras que siempre llenan esos pequeños vacíos que deja no saber de vosotros.
¡Un abrazote!
Estoy en el descanso del trabajo y leiendo estas palabras tan elegidas me has transportado al camino de Santiago que realize hace unos cuantos años, también en bicicleta! Es muy bueno que el coco te mienta de esa manera, es el subconsciente que te ánima, porque sabe que un físico no lo es todo, se necesita una mente fuerte. Así que muchos ánimos y se consciente de cada pedale, cada suspiro y disfruta poco a poco cada meta lograda.
¡Hola Mark!
Me alegra mucho que hayas conectado con el post y que te haya llevado de nuevo a esa experiencia tan intensa del camino. Yo también lo he hecho un par de veces, caminando, y es uno de los mejores recuerdos de viaje que tengo, la verdad.
Como bien dices, es la cabeza la que lleva las riendas y mientras haya fuerza de ánimo para seguir luchando, el cuerpo responderá sea como sea.
Gracias por los ánimos y por enriquecer el post con tu propia experiencia.
¡Un abrazo!
muchinimo animo!!! este verano yo tambien intentare irme con la bicicleta pero mas cerquita que tu jajaja habia pensado en ir a italia y volver 🙂 es genial que tengas los huevos para irte! muchisimo animo y espero que tengas tiempo para contarnos todos los detallitos y consejor para los que tambien queremos irnos en bici!
un beso y adelante!!
¡Hola Cris!
Gracias por los ánimos y por venirte de viaje con nosotros. Si te fijas, la verdad es que no soy tan tan valiente, hago un poco de trampa… Mi compañero de viaje es un experto con los mapas y las rutas, un mánitas de la mécanica y Hippie, nuestra compañera canina, es una guardiana muy profesional.
Espero que ese “intentar irte” con la bici se convierta en el primero de muchos viajes. Ya que mencionas los consejos, tengo que decirte que desde nuestra experiencia, Italia es terrorífica para rodar con la bici. Hemos estado por aquí ya dos veces y hemos tenido muchos sustos, de esos que podrían hacer acabado en tragedia por unos centímetros más. Hay muy poco respeto por el ciclista y en general los conductores van como auténticos kamikazes.
En Francia, por el contrario, todo ha sido más ordenado y seguro, no hemos tenido apenas ningún susto y por regla general (siempre hay alguna excepción) nos hemos sentido respetados.
Por nada del mundo quiero darte miedo, sólo información útil 🙂
Y por supuesto, cuando hagas ese viaje, no dejes de contarlo. ¡Un abrazote!
La que lías, pollita…
Conclusionismo mediante, juraría que estás experimentando la relatividad en toda su gloria. Cosa que te envidio y me mola. Seguro que si yo me hiciera todo ese camino en bici me terminaba de cargar la rodilla o (¡magia!) la salvaba.
Lástima que no pueda permitirme ahora mismo romper con todo, enchufar mochila y carretera, y arrieros somos…
¡Mi ser fluído favorito!
Efectivamente, este viaje está lleno de relativismo y relatividad detras de cada curva, en los picos y en los valles, en las paradas y en la marcha continuada. Aunque ahora tengas que caminar a otro paso comparto tu visión de arriero y por aquí o por allá habremos de encontrarnos, quizá en alguna peregrinación chamánica que inicies para curar almas.
Un abrazo muy grande y gracias por dejar de vez en cuando unas palabras mágicas para leerte.
Anna, eres genial, esto me recuerda mucho a hace 30 años que mi ex-marido y yo preparamos un viaje de Alemania a España en motocicleta, al final no salió bien pero lo pasamos genial con los preparativos.Disfrútalo, viajar así es fantástico,
¡Hola Paulina!
Qué bien saber que me lees y me sigues y poder seguir conectadas y en contacto. La verdad es que de cada fase de un viaje, como en una historia con introducción, nudo, desenlace y moraleja, hay un montón de sensaciones e ilusiones que merecen ser disfrutadas.
Hubiera sido un gran viaje aquel, pero lo mejor es que no te hayas quedado con lo que no fue, sino con lo que te llegó a aportar. ¡Siempre tan positiva! Eres todo un modelo.
¡Un abrazo enorme!
Alimenta usted mi ilusión y mis ganas, y resulta altamente curioso sentirla tan cerca, sentir ese viaje como propio y esa experiencia y esa reflexión, mi amiga pájaro, tejiendo el futuro que estoy segura un día vamos a recorrer juntas. Es más, ya está ocurriendo.
Avantiiiiiiiiii Anina!
Mi muy valiente: Alimentar algo tan grande, complejo y sublime como tu corazón es por sí mismo un motivo para sentir el mío más saciado.
Todos los caminos confluyen en el nuestro. Y a cada paso está más cerca.
¡Un giganteabrazooo!
Hola, chicos.
Anina, veo que al final de la etapa de hoy te ha sobrado oxígeno suficiente para sacar una buen relato de lo que significa emprender un viaje en bicicleta, pero hay pequeños viajes, viajes y grandes viajes, espero de vuestro gran viaje que sea uno de esos que resulte inolvidable porque marque el principio de muchas cosas.
La conclusión para mi es la diferencia en pasar por la vida o que la vida pase por ti. Viajar de la manera que lo hacéis es viajar de muchas formas, es viajar por el exterior pero también al interior.
Toda la suerte del mundo y mucha fuerza. Un abrazo enorme. Sois muy grandes.
¡Hola, Jose!
Tienes mucha razón, como siempre. El viaje se da realmente en muchos planos y afecta desde las capas más externas (donde se acumula la mugre del camino) a las más internas (donde la mugre acumulada se diluye). Es como una gran paradoja de limpieza y suciedad. 😀
Por el momento el viaje oscila entre la autosuoeración y la gratitud, el dolor de culo y el placer de sentir que el mundo está lleno de lugares en los que debes estar.
Si un día de estos te aburres y tienes un rato tonto, planteate compartir unos kilómetros con nosotros por algún lugar más o menos lejano. ¡Nos vendrá muy bien tu zen!
Un abrazoooo.
A mi se me ocurren dos conclusiones:
1. que no se explica las cosas que pensamos y nos decimos a nosotras mismas… porque yo te veo muy genial y sin embargo te dices las mismas cosas que me digo yo en temas ropa-comida-migas-pelos. No se explica…
2. y la segunda conclusión es que las mentiras que te dices en casa son dañinas y las que te dices en la bici son constructivas.
Primer mini punto para la bici.
Genial el post Ana!
¡Hola, Montse!
Qué alegría verte por aquí 😀
Tengo que decir que soy totalmente fan de tus conclusiones, jajaja. No tengo nada más que añadir salvo que muchísimas gracias por hacérmelas llegar, a mí y al resto de lectores/as. Creo que te voy a dar un puesto fijo de concluidora en el blog.
¡Un abrazote muy grande!