El post de hoy va de aprender a relativizar para modular la importancia que damos a las cosas. Pero no voy a hacerlo a la manera convencional, sino que vamos a hacer un viaje fascinante a los límites del universo (¡siempre quise decir eso!).
Hace unos días vi el primer capítulo del documental Cosmos: A Spacetime Odyssey, una de esas curas de humildad que vienen muy bien de vez en cuando para reubicarte. Si no lo has visto, te lo recomiendo fervientemente. ¿Sabes esa idea tan romántica (según cómo se mire) de ser sólo una mota de polvo flotando en el espacio?
La mota microscópica de polvo ni siquiera eres tú (¡ya te gustaría!), sino el planeta gigantesco en el que vives. Tú eres aún mucho menos que eso. Y puede ser que las motas de polvo que tienes encima también tengan sus propias motas de polvo… y así hasta el infinito en un bucle de mugre que nunca acaba. Qué mareo…
Luego te das media vuelta en ese cacao mental en el que te has metido y empiezas a pensar hacia lo más grande. Acabas tratando de contener en tu minúscula cabecita de mota de polvo esa idea tan difícil del multiverso, un súper-universo que está lleno de universos (¡argh!) y entonces tu cerebro empieza a presionarte las paredes del cráneo y temes acabar redecorando las paredes del salón con tu polvorienta materia gris.
Y yo que estaba toda preocupada porque me había dado un trasquilón al recortarme el flequillo y se me había quedado desigual…
Cuando terminé de ver aquel primer capítulo de la serie Cosmos puse otro documental sobre el funcionamiento del cerebro y, ¿qué me encuentro? Que la misma mente privilegiada y misteriosa que es capaz de elucubrar sobre la existencia de un multiverso, es extremadamente fácil de engañar con un simple movimiento.
Es el arte y la ciencia del mago, del ilusionista… y mientras tu ojo sigue el hipnotizante recorrido curvilíneo de su mano derecha, con la izquierda te han robado la cartera y no te has dado cuenta.
Este choque entre la historia mega-alucinante del cosmos y el ridículo del pobre agente del servicio secreto de Jimmy Carter al que Apollo Robbins le robó la cartera, el reloj y sus planes ultra-secretos en un espectáculo de magia, me hizo pensar en cómo cambia la percepción de las cosas según el marco de referencia en el que las situemos.
Aprender a relativizar: las mentes progresivas
Me explico. Si tomo como marco de referencia el cosmos, soy invisible; mis acciones son irrelevantes; mis ambiciones, minúsculas; mis más heroicas gestas, caquita de mosca.
De la misma forma, en el conjunto de La Humanidad, entre los aproximadamente 7.000 millones de seres humanos que compartimos mota de polvo planetaria, soy un poco más grande, pero sigo sin ser significativa.
Tengo que aproximar mucho el marco de referencia para llegar a adquirir un poco de importancia relativa. Sólo cuando llego a una fracción absolutamente imperceptible del multiverso chorro-dimensional (o del universo infinito si no te va lo múltiple) empiezo a ser una mota de polvo popular.
Pero yo estoy hecha para ver todo el mundo desde mis ojos. Al menos, la parte del mundo que mis ojos me permiten ver y que mi cabeza es capaz de procesar. No soy el centro del cosmos, pero soy mi propio centro de percepción cosmológica. Y aquí viene lo interesante…
Sospechando o teniendo un conocimiento aproximado de todo lo que hay, puedo cambiar el marco de referencia desde el que pienso las cosas dependiendo de mi propio interés. Cuando se trata de relativizar un problema, puedo situar mi marco de referencia al nivel del conjunto de los seres humanos y ver cómo ese problema se diluye entre los horrores que algunos de mis congéneres se ven abocados a padecer, sin opción.
Cuando logro un pequeño triunfo, puedo situar mi marco de referencia en lugar mucho más cercano, donde pueda celebrarlo sin sentirlo insignificante. Y poco a poco, ir buscando metas más lejanas que me permitan situar mi marco de referencia más allá.
Epicteto no tenía ni idea de qué había más allá de las estrellas, pero no le hacía falta para saber que “No son las cosas lo que trastorna a las personas, sino los puntos de vista que éstas adoptan respecto de las cosas”.
Tenemos el privilegio de cambiar la lente con la que observamos el mundo: ver mucho más allá o a sólo unos centímetros. Tenemos mentes (y lentes) progresivas y el don maravilloso de cambiar nuestra actitud ante las cosas. Con todo lo que está pasando ahora mismo por el cosmos y resulta que tú puedes decidir sobre tu vida… No me digas que no es MUY fuerte.
Cambiando de actitud, cambiarás de vida.
Me encantaría poder decir con palabras todo lo que me ha hecho pensar este post. Me quedo con la idea global. A mi, que tiendo a fracasar con tremenda facilidad, la relativización de las cosas es mi escapatoria para esos momentos de derrota. Y funciona, porque ya no son por goleada, sino quizás en el último minuto, un empate ramplón en muchos casos, según avanza la temporada.
Admiro cómo escribes, la facilidad que lo haces, el ritmo de tus palabras y expresiones… ¡¡De mayor quiero ser como tu!!
Un saludo
¡Hola Sergio!
Vaya cómo me sacáis los colores 😀 Pero no lo diría todo si no digo también que vaya como me impulsáis a seguir adelante y seguir usando las palabras para llegar mucho más lejos de lo que llega la voz.
A mí me pasa lo mismo cuando me pierdo entre todas estas ideas: me encanta investigar por el cosmos, meter la nariz por la física cuántica, romperme la cabeza intentando entender que el tiempo no sólo es relativo, sino que incluso llega a detenerse en los agujeros negros (¡argh!)… Realmente son ideas que expanden la mente a la vez que encogen el ego.
La verdad es que, de mayor, te veo mucho más siendo como tú: imparable y dispuesto a demostrar cada día que el “no puedes” es sólo una frontera mental más que derribar. Respecto a eso que dices de que fracasas mucho… bueno, en cierto sentido yo también. Pero creo la línea de fracaso no la cruzas al abandonar una carrera, sino al dejar de correr.
¡Muchísimas gracias por pasarte y dejar tu estela fugaz!
Un abrazooo.
Hola Anina!
Te voy a contar un ejemplo práctico que nos enseño mi padre cuando éramos pequeños y creíamos estar en posesión de la verdad o tener más razón que nuestros hermanos…
Nos ponía en un punto de la habitación y nos preguntaba que veíamos. Puede que viéramos una ventana, una cama o las dos cosas + una mesita de noche…
Luego nos ponía en otro ángulo muy distinto y nos volvía a preguntar lo mismo. Quizás en ese otro ángulo solo se veía la puerta de la habitación y una alfombra. Y luego nos hacia reflexionar…
“La habitación es la misma y contiene los mismos elementos, pero en según que angulo os pongáis, podréis ver unos u otros y eso no quiere decir que los otros no existan, simplemente los demás están en otro ángulo que les permite verlos y puede que a ti en ese momento no”
Me gusta mucho la forma en la que mi padre nos ha enseñado muchas cosas desde pequeños, sobre todo lo relativo al amor y al tener amplitud de miras y consideración a los demás. Y ya que es el día del padre, pues lo felicito por aquí aunque no me lea
:))
A lo que íbamos… Tu comparación es con el universo y lo relativo de todo y todos según la magnitud con lo que lo comparamos, la del otro comentario a la comparación con uno mismo y un “relativismo” más personal, y el mío sobre la relatividad según la visión de un ángulo, pero en el fondo todo es frutó de una reflexión y de una forma diferente de ver y percibir las cosas, los sentimientos o el mundo según la apertura mental y percepción física que tenga uno.
Excelente post, COMO SIEMPRE!
;))
Besos
¡Hola Silvi!
Me ha encantado muchísimo la historia sobre tu padre y la excelente forma de enseñaros eso que tan difícil es explicar a veces sobre la perspectiva, la posición que ocupamos en el universo y la importancia de escuchar a los demás porque ellos, igual que nosotros, ocupan también posiciones únicas.
Sin duda tu padre es un sabio ^^
Lo maravilloso de un blog según me voy dando cuenta, es que permite entrecruzar todas esas visiones y perspectivas cuando logras llegar a personas que miran hacia el mismo punto que tú estás mirando. Y ver desde sus ojos.
¡Muchísimas gracias por compartir este relato tan bonito y personal!
¡Un abrazo grandote!
¡Hola ReneeeeeR!
Eres mi Starlight de los breves: me encanta cómo los exprimes y les sacas todo el potencial. De hecho, para eso está pensado el formato, con muy poco elaboración respecto a lo que suelo escribir normalmente, donde me da la sensación de que todo está ya demasiado masticado.
En mi planeta raciovitalista orteguiano, la realidad es subjetiva en el sentido de que cada uno de nosotros tiene acceso a una parte concreta de verdad, a la cual nos dan acceso nuestra personal perspectiva y nuestro marco (o circustancia). Nuestra circunstancia es en realidad muy amplia, ya que incluye el mundo físico, la cultura, la historia, la sociedad… Todo lo que nos encontramos al llegar, vaya.
La cuestión es que nuestro marco, de por sí, es enorme, pero a veces nos empeñamos en quedarnos en una esquinita del mismo ignorando cuán grande es nuestra ventana completa. Y ahí es a donde quería yo llegar: no se trata tanto de comparar(te) como de ser consciente, de ver todo el marco y moverte por él de manera inteligente.
Tal que así:
“Hemos de buscar para nuestra circunstancia, tal y como ella es, precisamente en lo que tiene de limitación, de peculiaridad, el lugar acertado en la inmensa perspectiva del mundo. No detenernos perpetuamente en éxtasis ante los valores hieráticos, sino conquistar a nuestra vida individual el puesto oportuno entre ellos. En suma: la reabsorción de la circunstancia es el destino concreto del hombre.
[…] El proceso vital no consiste sólo en una adaptación del cuerpo a su medio, sino también en la adaptación del medio a su cuerpo”. (Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote).
Desde este punto de vista tú eres el órgano de percepción y la circunstancia es el marco.
Como bien dices, nuestra perspectiva y estados de ánimo lo modulan todo. Yo soy perfectamente consciente en todo momento de qué postura estoy tomando respecto a las cosas (paso 1) y soy yo quien decide, en último término, si desactivo mi negatividad o la mantengo (paso 2), pero sí, cuesta MUCHO esfuerzo tener la voluntad suficiente para bajarnos de la burra y cambiar el chip.
Moverse por el marco de referencia no debe entenderse como compararse con los demás, sino con tener una visión completa del cuadro para poder enfocar correctamente la perspectiva y descentralizarla de nuestro ombligo, donde solemos tenerla puesta.
Gracias por darme la oportunidad de levantar el capó de la nave espacial y enseñar lo que hay dentro y, sobre todo, por venir a compartir a través de tu perspectiva única tu parte concreta de verdad. Me ha gustado mucho y, como siempre, no decepcionas a la hora de aportar más valor al post.
¡Un abrazo gigaaante como los alemanes esos! Lo que me he reído con tu forma de contar las cosas (as usual) 😀
PD. El DIP tiene los días contados, ¡que se prepare!
La PERSPECTIVA es un arma poderosa. Realmente poderosa. Y peligrosa.
Es capaz de arruinarte un día perfecto y a también de convertir un día horrible en triunfo.
El marco viene a ser el modelo con que comparar aquello que percibimos para construir nuestra propia realidad.
Si estoy gordo o delgado, si soy más listo o más tonto, dependerá de con quién me compare.
¿El vaso está medio lleno o medio vacío?
¿Mal de muchos, consuelo de tontos?
Parece que la solución es sencilla: si algo no te hace feliz o no te hace sentir bien, cambia de marco.
Pero ese marco no es tan fácil de cambiar.
No podemos comprarlo en Ikea. Venga, desempaca, un par de tornillos, y listo.
Nop… Ese cambio de marco requiere de una fuerza de voluntad y aceptación personal muy grandes.
Aunque decidamos cambiar de marco de un día para otro, una parte de nuestro maquiavélico cerebro te seguirá repitiendo que sigues sin ser tan guapo/inteligente/popular como ese otro tío al que envidias.
En mi humilde opinión, creo que NOSOTROS debemos ser el marco fundamental.
No compararnos con otros, sino con nuestro Yo de hace 6 o 12 meses. ¿Hemos mejorado? ¿Hemos conseguido los objetivos propuestos?
Si te gusta escribir y quieres llegar a ser una buena escritora, puedes tomar el marco de un premio Nobel y aspirar algún día a ser igual de buena o mejor.
Pero esto es muy, muy difícil.
Así que si lo tomas como marco de referencia, serás toda tu vida una escritora mediocre, porque nunca alcanzarás ese nivel de “mejor del mundo”. Y te desanimará. Y lo dejarás.
Pero si tu marco es el Yo de hace 1 año y ves que escribes mucho mejor ahora que antes, seguramente el camino no será tan frustrante. Y habrá ganas de superarse A SÍ MISMO.
3 experiencias rápidas para cerrar:
1- En el instituto siempre había sacado buenas notas y me consideraba buen estudiante. Luego empecé Ingeniería Mecánica en la venerable UPM y el primer año suspendí 6 de las 12 asignaturas que tenía. De repente era mucho más tonto que un año antes.
Me dije: Vale, cambiemos de marco, suspender no es tan horrible porque estoy empezando.
Pero otros compañeros seguían siendo mejores y aprobando más que yo.
¿Cómo vencer esa vocecilla de “eres muuu tonto y no vales para esto”? A base de mandarle callar con esfuerzo y resultados personales.
2- Llevo unos años practicando karate. Soy cinturón marrón y creo que no se me da mal. Entreno cada día con otros cinturones más bajos y claro, me veo bien y con experiencia entre ellos.
La semana pasada vino un chaval de mas o menos mi edad a entrenar con nosotros.
Japonés.
Cinturón negro.
Hijo de Sensei sexto Dan.
En 3 minutos de combate me dió “pal pelo” y me puso en mi sitio.
¿La lección? Soy mejor que mi Yo de antes, pero siempre habrá alguien mejor que yo. Sigue entrenando.
3- Mi padre es de Ecuador y gracias a sus genes mido 1,69 m. En España paso desapercibido, pero en Almenia soy un jodido Hobbit de la Comarca. En los bares pocas CHICAS son más bajitas que yo. Me siento como en mitad de Manhattan, siempre mirando hacia arriba. Hasta mi novia alemana me saca 1cm, y no es alta para el estándar de aquí.
El año pasado estuve 3 semanas en Ecuador. Cambio de marco. Allí era de los “altos”, y mi novia parecía gigante entre las mujeres de allá.
¿Y qué más da? En cualquier caso, fui feliz allí y lo soy aquí, midiendo lo mismo. Compararse con otros no tiene sentido cuando las cosas son como son. Simplemente, disfruta de ser esa motilla de polvo.
Seremos polvo de estrellas, sí, pero y lo bien que sienta un BUEN polvo! 😉
1 besazo Ani,
Ánimo con el DIP de los 3 meses. Siempre llega 😛
ReneR ^^